lunes, 29 de abril de 2013

¿COMO ACOMPAÑAR A LOS NIÑOS EN LA PÉRDIDA DE UN SER QUERIDO?

La muerte es un tema "Tabú" en nuestra sociedad, se evita hablar de ella, e incluso de nombrarla.  Pero no por ello deja de existir, forma parte de la vida y es necesario poder integrarla aunque resulte doloroso.  Existe una tendencia bastante generalizada de evitar el dolor y el sufrimiento en los niños, lo cual no es favorable para el desarrollo madurativo y moral de los pequeños. Podríamos aclarar esta cuestión, el sufrimiento innecesario, si que es positivo reconducirlo, y quitarle importancia, cómo puede ser, que el niño se haya manchado, o haya perdido un útil del colegio, o se le haya roto un juguete, son situaciones que se pueden resolver y reparar fácilmente, por lo que no es recomendable añadirle mayor dramatismo del sentimiento de pérdida que pueda sentir el niño ante ese tipo de circunstancias.
Imagen de www.edukame.com

 
Pero hay situaciones muy dolorosas y tristes, como puede ser una ruptura marital o la muerte de uno de los primogenitores o de un hermano o de un familiar muy cercano con el que el niño guarda un vínculo muy especial. Ante estas situaciones, es necesario abordarlo con la verdad desde un principio. No ocultarle quien se ha muerto, es mejor que se entere lo antes posible, desde un clima de acompañamiento a las emociones que pueda expresar, ya sea tristeza, rabia, ira, malestar................. Nuestra reacción como adultos, son cruciales para que los niños puedan identificar sus emociones con las nuestras. El dolor compartido, es una forma de encajar este proceso. Así como las muestras de cariño y afecto, que propician que el niño se sienta querido y seguro en esta situación de pérdida y de duelo.
 
Conviene que el pequeño acuda al funeral para que pueda realizar su propia despedida, se le puede invitar si él desea, a que deje algún objeto personal para depositarlo en el féretro.  Asimismo darle alguna pertenencia personal de la persona amada para que la guarde y la tenga con él.  Es aconsejable contestarle a todas las preguntas que haga, permitirle que exprese su dolor y sus emociones, intentando reconducirlas en la medida de lo posible, y en el caso de que no lo haga por miedo, ayudarle a través de preguntas, o recordando a la persona perdida mediante situaciones vividas con ella. No consiste en olvidar, sino en curar la herida abierta y a aprender a vivir con la ausencia de quien ya no está.
 
Recomendado: "El niño ante la muerte. Acompañar a chicos y adolescentes que han perdido un ser querido."  Anna M Agustí y Montse Esquerda. Editorial Milenio

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